Me subieron a la habitación despues de la operación. Estaba genial, no tenía dolores ni nauseas por la anestesia. Pequé de inocente al creer que eso era todo.
Debí llegar a la habitación a eso de las 20h. Y todo aquel que me encontraba o hablaba por móvil le decía lo bien que estaba y que podrían pasarse al día siguiente. No notaba dolor, estaba incluso un poco eufórico. Yuhuuu, pensé. Pero pensé poco, no caí en que la anestesia estaba haciendo su función.
Por lo menos no me tuvieron que poner la sonda, jeje.
Al cabo de unas horas empecé a notar molestias que al poco se convirtieron en dolor. Eran casi las 23h del lunes 21 de abril, el mismo lunes que me operaron por primera vez (que mierda).
Fue en ese momento en que empezaron a caer los calmantes, calmantes que por otra parte no parecían hacer nada. Recuerdo que el dolor era incesante, quizas no muy pronunciado pero constante. La sensación de que el yeso que me pusieron estaba demasiado apretado y me estaba machacando la rotula. A medida que pasaba el tiempo el dolor era más insoportable. A las 3h me pusieron lo último que podían darme por el momento, me injectaron morfina en el brazo ... tanto que había oido hablar de la milagrosa morfina y a mi no me hacía nada. Fueron 10 minutos de alivio (si llegaron a tanto) y no dudé en pedir más ... pero no estaban autorizados a darme más calmantes y les llegué a odiar por ello en ese momento .
Fue la noche más larga que he pasado nunca, no dormí nada, me retorcía de dolor, pero sin poder moverme mucho, intentaba girar la pierna y poco, y levantarme y hundirme y derecha, izquierda ... un sinfín de movimientos que tan sólo me mitigaban el dolor por unos segundos. Tenía los brazos de intentar incorporarme mm cansados. Los minutos parecían horas y dessistí en mirar la hora que era ya que parecía ir hacía atrás el tiempo. Recuerdo que gritaba, y hablaba en alto -Dios, que me corten la pierna que seguro que no duele tanto- o - quiero calmantes, por favor esto no hay quien lo aguante-. Supongo que algún taco iría intercalado entre mis quejas.
Finalmente llegó la mañana y mientras la luz entraba por la ventana yo seguía pidiendo calmantes. Los primeros llegaron a las 7h. Pero hasta que Maite no me aumentó la dosis, ni me enteré. Por fin, a las 9 me volvieron a injectar en el brazo morfina. Y fue en ese momento en que supe el porque era tan buen inhibidor de dolor. Me aumentaron la dosis y conseguí dormir un par de horas, que me parecieron gloria. Por fin llegaba el descanso. A partir de ese momento y por supuesto de un aumento en la dosis de los calmantes empecé a descansar.
Justo antes de quedarme frito por el chute de morfina recibí la agradable visita del repartidor de Sacha ... aunque no pude disfrutarla hasta horas más tarde. Gracias Javi.
Fue al caba de dos horas que vi a mi primera visita después del chute de morfina. Esther.
lunes, 5 de mayo de 2008
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